martes, 29 de abril de 2008

Petróleo MexUsa

por José Luis Pérez Canchola


Los Estados Unidos necesitan nuestro petróleo. Los norteamericanos están nerviosos por la caída de su producción interna de petróleo crudo. Y no es para menos, ya que durante el primer trimestre del 2008 la producción doméstica registró una baja del 3.2 por ciento en relación con el mismo período del año anterior. Más grave aún, en la última década, la baja es de un 22 por ciento. De igual forma en el presente año, a consecuencia de los conflictos con Irak y Venezuela, se ha registrado una baja en las importaciones de crudo y de productos refinados en el orden del 3.5 por ciento respecto de 2007. En marzo pasado las refinerías norteamericanas trabajaron a un 85 por ciento de su capacidad.
Ante esta realidad y siendo los norteamericanos los mayores consumidores de petróleo en el mundo, la situación obliga a la administración Bush aumentar la presión sobre los países productores a fin de ampliar la oferta de crudo en beneficio de los Estados Unidos.
México es actualmente el tercer país exportador de petróleo hacia el mercado estadounidense después de Arabia Saudita y de Canadá. Actualmente México suministra entre el 10 y el 11 por ciento del total del petróleo importado por los Estados Unidos, casi a la par con Venezuela. Pero el señor Bush, su administración y las grandes corporaciones dueñas del mercado de los energéticos quieren más y lo quieren pronto. Ante tal propósito no alcanzan a entender como es que millones de mexicanos no aceptan que PEMEX se abra a la inversión privada, sea nacional o extranjera. Se sorprenden por la toma de las tribunas del Senado y de la Cámara de Diputados por parte de los legisladores de izquierda y les llama la atención que miles de activistas, sobre todo mujeres, se manifiestan en las calles de la capital en defensa del petróleo.
Siendo que PEMEX arrastra pérdidas millonarias -sobre todo por la corrupción y el dispendio-, y siendo que su producción ha disminuido sustancialmente, muchos políticos y especialistas norteamericanos se preguntan sobre cual es la razón de no aceptar capital privado. Canadá lo hizo con la empresa estatal PetroCanada, fundada en 1975 para contrarrestar en aquel tiempo a las empresas petroleras estadounidenses, hasta que empezó la presión norteamericana en el marco del Tratado de Libre Comercio y en 1991 se inició la venta de la empresa hasta 2004, en que concluyó el proceso de privatización. En Brasil, la empresa Petrobras bajo control gubernamental se abrió a la inversión privada por acuerdo del Congreso Nacional en 1995 y actualmente trabaja en sociedad con las empresas Shell, Royal Dutch y Devon. Incluso Cuba esta en tratos con empresas petroleras para explorar en el Golfo.
Políticos norteamericanos bromean diciendo que si actualmente los mexicanos compran en Wall Mart, Office Depot, Home Depot y comen en Kentuky, McDonalds y en Burguer King, y millones de mexicanos son propietarios de autos, computadoras, televisores y todo tipo de bienes domésticos de origen norteamericano, cual es su problema con la inversión extranjera en la industria del petróleo. ¿Cual es la terquedad -se preguntan en Washington- de rechazar la inversión privada en PEMEX?
La diferencia con los demás países es nuestra historia. La historia del petróleo es la historia de México. Defender la independencia y la autonomía de PEMEX es defender la dignidad y la soberanía del pueblo de México, es defender la memoria del más ilustre presidente que hemos tenido en más de 100 años, el general Lázaro Cárdenas que bajo ninguna circunstancia permitió que las compañías petroleras sometieran a su capricho al gobierno y al pueblo de México. Por eso la justa y oportuna decisión de Cárdenas al expropiar las empresas extranjeras.
Ahora estas empresas vienen por el desquite en un momento en que los Estados Unidos necesitan de más petróleo para satisfacer sus necesidades. El momento es de lo más propicio ya que las petroleras extranjeras tienen como aliado al propio Felipe Calderón, su gabinete en pleno y algunos partidos como el PRI y el PAN.
Ahora el gobierno federal promete las perlas de la virgen en su afán por ganar simpatías a favor de sus intenciones privatizadoras. En el artículo 41 del apartado B de la iniciativa de Ley Orgánica de Petróleos Mexicanos, se presenta como una innovación importante la emisión de “bonos ciudadanos” con el fin de “poner a disposición de los mexicanos, de manera directa, los beneficios de la riqueza petrolera nacional” y todos aquellos que adquieran estos bonos podrán “dar seguimiento al desempeño de Petróleos Mexicanos”, lo que resulta ser una verdadera patraña.
Los promotores de la privatización regalan promesas sobre un futuro halagador para todos los mexicanos. Prometen educación de calidad, mejor salud y más empleos, siempre y cuando PEMEX se abra a la inversión privada. Sólo falta que distribuyan despensas casa por casa para ganar apoyo a su propuesta. Es la historia de siempre. Con la llegada de las empresas petroleras inglesas y estadounidenses, entre 1901 y 1905 el millonario norteamericano John D. Rockefeller, socio de la Mexican Sinclair Oil, mandó regalar en las regiones productoras de petróleo miles de linternas llamadas quinqués hechas de vidrio con un gallo dibujado en llamativos colores y la leyenda “Sinclaire”. El propósito evidente era habituar a la gente a que se alumbrara con petróleo en vez de las acostumbradas velas de parafina o de sebo animal.
La historia nos ha enseñado que aquellos que controlan el petróleo son los que mandan. Por eso la importancia del artículo 27 constitucional y el decreto expropiatorio del general Cárdenas que sentaron bases sólidas sobre el petróleo como un bien de la nación, es decir de todos los mexicanos.
La amenaza que hoy se vive no es poca cosa. Se trata de las petroleras internacionales ahora aliadas con la derecha gobernante en México. Para ellos la industria del petróleo es un botín. En este contexto, resulta significativo lo dicho por Andrés Manuel López Obrador, en reciente reunión de gabinete, “la defensa del petróleo –sentenció- es un asunto mucho más trascendente que el fraude cometido en las elecciones presidenciales del 2006”.
Es por esto que no debemos hacernos bolas. La derecha gobernante, con Calderón a la cabeza y las compañías petroleras norteamericanas no descansarán en su propósito de apoderarse de PEMEX para entregarlo al capital privado, y nosotros, los mexicanos que vemos amenazada la soberanía energética del país, tampoco debemos descansar en la defensa del más grande patrimonio que nos dio la naturaleza y que es propiedad de todos los mexicanos: el petróleo.

No hay comentarios: